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"Los ojos del corazón de Jacinto", Mediadora del PNSL Alejandra Estrella (Alejandra Murillo Miranda)

Los ojos del corazón de Jacinto

Español

Mediadora del PNSL Alejandra Estrella (Alejandra Murillo Miranda)

Mi corazón palpita cada noche al mirar las estrellas, al escuchar la sinfonía de los grillos, cuando llega a mí el aroma del galán de noche, esa flor que expande su aroma cuando se mete el sol. Y al despertar mis ojos se maravillan con los colores de la mañana, con el dulce sabor de la comida, con mi abuela en la cocina preparando un rico pastel acompañado con una taza de chocolate.

Soy Jacinto, tengo doce años y cuando salgo de la escuela me voy con mi padre a trabajar de cargador en el panteón. Él es el administrador y se encarga de todo el orden, de que las tumbas estén limpias y de que siempre haya flores. A pesar de mi corta edad, he visto el dolor de la gente al despedir a sus seres queridos y eso me hace valorar a las personas que están vivas, a mi familia y a mis amigos.

Los domingos vamos a visitar a mis abuelos paternos. A mi abuelo Joaquín le gusta pintar macetas para jardín. Tiene muchos pedidos. Parece que sus manos danzan con el sonido de los pájaros cuando pinta. Dice que los acabados y sus piezas terminadas le dan felicidad, que desde que era un escuincle ya trabajaba el barro.

Mi tía Nati es artesana, hermana mayor de mi mamá. Nos queremos mucho. Ella sabe hacer muchas cosas, desde canastas de papel periódico que después pinta, hasta collares, pulseras y bolsas tejidas que vende los domingos en la plaza de artesanías. En algunas ocasiones voy a ayudarle; la gente piensa que es mi mamá porque me parezco mucho a ella. También es mi madrina y eso tiene sus ventajas porque cuando terminamos la vendimia me da mi domingo. Dice que le gustaría tener un hijo como yo.

Además, está mi amiga, una niña muy inteligente a quien le gustan los gatos. Me regaló uno. Le pusimos Simpatías. Es muy gracioso y juguetón. Lían Mirel, que así se llama ella, es de un pueblo llamado Chicontepec, en el estado de Veracruz; siempre me saluda con un “nitlse”, que significa “hola”.

Ella me cuenta que su pueblo existía antes de la conquista española y que viene del náhuatl Chicomtepec, que significa “siete cerros”, y que es una región montañosa de la Huasteca veracruzana. También que allá se escucha música de banda de viento, tríos huapangueros y música ritual, y que su familia está viviendo temporalmente aquí.

Me cuenta además que tienen la costumbre de jugar a la chicharra, donde niños y jóvenes de ambos sexos hacen que la chicharra baile y gire. Ésta es elaborada con una bellota (fruta del árbol de encino) que se deja secar al sol. Una vez seca, se perfora con un punzón o tijera por ambos extremos y posteriormente se ahueca con ayuda de un alambre. Después, en un palo de bambú previamente preparado, de diez centímetros de largo, se inserta la bellota y se le aplica cera para que se ajuste bien. Se corta el extremo sobrante y el otro lado queda de siete a ocho centímetros de largo. Se necesita un hilo largo de treinta centímetros, aproximadamente, que se inserta a una tablita de diez por un centímetro, con un orificio por donde pasa el hilo. Se enreda al palito de la chicharra y con ayuda de la tablita se le hace bailar. El propósito del juego es hacer girar la chicharra el mayor tiempo posible y lograr el mejor zumbido. Me cuenta que es muy divertido, y estamos planeando jugarlo la próxima semana.

Ahora hablaré de mi mamá: ella se llama Alejandra. Me platica que cuando nací sembró mi cordón umbilical en un árbol, que de ese modo siempre amaré la tierra que me vio nacer; que creceré grande y fuerte como ese árbol; que mi corazón debe ser como la tierra fértil que lo va formando, echando raíces, dando fruto y cobijando.

Me cuenta que las mujeres de nuestra región desde el vientre de sus madres empiezan a tejer, y se llenan de colores porque huastecas van a ser; que ella desde niña recorría los cerros y las montañas, que el viento la abrazaba y que también, como a mí, le gusta el olor a tierra mojada.

Mi mamita hermosa creció con hilos bordados en su cabeza, porta los vestidos de la región, y se siente muy orgullosa de su vestimenta, ya que es la riqueza de su tierra. Sus manos son trabajadoras y su piel es morena. También es creadora y artesana.

En Semana Santa nos visitan turistas, escritores, pintores y fotógrafos. Casi siempre le piden permiso para fotografiarla, y algunos escritores la observan y después la plasman en sus letras. Le han dicho que es poesía lo que ella refleja. Cuando suelta su cabello emana un olor a cascada y a jazmín. Mi mayor ilusión es regalarle una hermosa cuera tamaulipeca para que luzca como sólo ella sabe hacerlo.

Cuando estamos sentados bajo este árbol, sus palabras se llenan de sentido al hablar de las mujeres que recorren los caminos, llevando cultura y tradiciones. En las fiestas, ellas bailan nuestros huapangos y alegran los corazones. Aquí las mujeres son creyentes de sus rezos y rituales, nos encomiendan a nuestros santos celestiales.

Aunque soy un niño, mis ojos ven la belleza de las mujeres de la Huasteca, que es mi casa. En los libros, ellas son nombradas y admiradas más allá de las palabras. Me siento muy honrado de ser su hijo y de mis raíces.
 
Las mujeres de mi pueblo son orgullo mexicano. Su raíz es el maíz, el cual preparan en los molinos para las ricas comidas que cocinan por las mañanas. Ellas lavan en los ríos y secan al sol, y atienden a su familia con mucho amor; algunas todavía se sonrojan cuando les echan un piropo.

El Día de Muertos hacemos una gran fiesta: conmemoramos a los fieles difuntos. Me ha contado mi abuela Carmen que ella acostumbraba ir a los panteones acompañada de toda la familia, llevando ofrendas, tamales, atole de piña, y la música que le gustaba a los que se nos adelantaron.

El que no tomaba atole, disfrutaba de un mezcal con limón y sal. Una gama de colores eran esos ramos y la tradicional flor de cempasúchil, compuesta por muchos pétalos; es ahí de donde surge su nombre en lengua náhuatl.

Narra mi abuela que nuestros antepasados asimilaban el color amarillo-anaranjado con el sol. La tradición era hacer senderos con las flores de cempasúchil, desde el camino principal hasta el altar de la casa, con la finalidad de guiar a las almas hacia los altares. Las familias cargaban las coronas de muertos, dulces y globos para los niños que ya no estaban con ellos. Cuando el día llegaba a su fin, las personas se despedían llorando, prometiendo volver al año siguiente con el renacer del cempasúchil.
Además, mi abuela Carmen me contó una leyenda de la flor y el ritual…
Dice la leyenda que Xóchitl y Huitzilin estaban enamorados desde que eran niños y que por las tardes subían a la montaña dedicada a Tonatiuh, el dios azteca del sol, y le ofrendaban ramos de flores. Pero un día se desató la guerra y Huitzilin fue a pelear para defender las tierras aztecas y murió. 

Destrozada de dolor, Xóchitl pidió al dios Tonatiuh que la librara de su sufrimiento y la reuniera con su amado. El dios cumplió la petición y dejó caer sus rayos sobre Xóchitl y ella se transformó en una flor de color amarillo intenso. Luego, un colibrí se posó en el centro de la flor y ésta abrió sus veinte pétalos liberando un aroma intenso.

Siguiendo el mandato de Tonatiuh, el amor de la pareja azteca permanecerá mientras haya colibríes y flores de cempasúchil en los campos mexicanos.

Tal vez es por eso que la flor de cempasúchil es la reina de los altares de muertos en México, pero de lo que sí estoy seguro es de que no hay ofrenda sin esa flor.

A veces vamos de paseo a la playa y disfrutamos de las olas, y si tenemos suerte vemos desde la bocana pasar los barcos. Es hermoso jugar haciendo castillos de arena y después ver la puesta del sol. Me gustaría tener un hermanito o una hermanita con quien jugar, pero mi papá dice que Dios dirá.

También disfruto mucho, cuando llueve, el olor a tierra mojada, leer las miradas de las personas y el amanecer al abrir mi ventana. Me gusta escuchar y después contar las historias. Siempre pongo atención a las palabras, se me desbordan las emociones, las imágenes hacen eco en mi mente. Es como un violín que me impregna con sus notas, o como si me susurrara el viento, como un río de palabras que me atrapan. Me sorprendo tanto que después se me quedan bien adentro y es entonces que se las puedo compartir.

Mamá dice que soy un niño con alma vieja y me abraza tan fuerte que me duele porque me aplasta la oreja.

Cuando sea grande quiero ser un contador de historias de la vida misma, escribir lo que veo con los ojos del corazón. Hoy ya di una probadita de las memorias que habitan en mí…
¿Te parece bien si en otro momento te cuento más relatos de este viejo niño narrador?
 
Por el momento me despido deseándote lo mejor y, si Dios me lo permite, nos encontraremos en otras historias de las miradas de mi corazón.

Tu amigo, Jacinto

Y cuentan los que cuentos cuentan que lo han visto recorrer las zonas contando historias, leyendas y memorias. Si te lo llegas a encontrar, ten por seguro que te sorprenderás de lo que guardan los ojos del corazón de Jacinto, un niño con apenas doce años.

JACINTO IYOLTLACHIALIS

Traducción al mexicano (de la Huasteca veracruzana) (náhuatl): Genaro Hernández Sánchez 

Nochipa tlayowa niyolwitoni kemah nikita sitlalimeh, kemah nikkaki ikwikalis tlen chapolmeh, kemah nikihnekwi iahwiyaka tlen yowaltlakatsin, nopa xochitl kimoyawa iahwiyaka kema kalaki tonati, wan kemah niisa niixyolpaki panpa nikihnekwi ahwiyak tlakwall wan ika noweyinana nikchiwa tsopelpantsin ika chokolatl.
Notoka Jasinto nikpiya maktlahtli iwan ome xiwitl wan keman nikisa kaltlamachtiloyan niyah nitekititi mihkatlalli ika notata, ya kiyekana wan kimokwitlawia, ma elto tlayehyeka wan ma onka xochitl, masken nikwekwetsin Nikita yolkwe- solli tlen masewalmeh keman kimakawah ichanewah, yeka nikiniknelia nochi masewalmeh tlen yoltokeh, nochanewah wan noyolikniwah.
Ipan domingo tikinpaxalowah noweyitatawah, itatawah tlen notata, noweyitata Joaquin kipaktia tlapaltis xallo tlen tike- kiwiyah ipan xochimilko, miyak kitlahtlaniah, kemah tlapaltia ixnesi imako nelia mihtotia ika kwikalistli tlen totomeh, kiihtowa keman kichiwa xochitlamantli yolpaki, ya pehki kwekwetsin tekiti ika sokitl.
Noawi Nati kichiwa xochitlamantli ya siwaikni nonana, miyak timoikneliah, kimati kichiwas miyak tlamantli, chikiwitl ika amatl teipan kitlapaltia, nohkia kichiwa koskatl, maxochikos- katl wan xikipilli tlen kinamaka ipan domingo.
 
Ipan tiankis kanpa kinamakah xochitlamantli, kemantika nik- palewia, masewalmeh kihtowah sanihki nonana, ya noteonan wan keman titlamih titlamamakah, nechmaka tomin, kiihtowa kinekiskiya kipiyas se ikoneh keh na.
Nohkia nikneki nimechtenpowilis tlen nowampo, se siwapil tlawel tlaixtlamati, kiamati mistonmeh, nechmakak se, tiktokah- tihkeh Simpatías tlawel yolpaki nohkia mawiltihketl, Lían Mirel kehnopa itoka, ya ewa Chikometepetl tlatilantli Chalchiwehka, nochipa nechtlahpalowa, kiihtowa “niltse” tlen kiihtosneki “piyalli”. Nechtenpowilia tlen ichinanko wehkaya yolkii, san teipan asikoh analiewanin, ika nawatlahtolli kistosneki chikome tepetl kanpa tlawel tlaltepemeyoh nepa kwextekapan chalchiweka, nopona mokani ahakakwikatl, tlatsotsonalli wan teotlatso- tsontli, ichanewah amowehkawaseh nikan, nechtempowilia nikan konemeh iwan telpokameh kiamatih mawiltiseh inin mawiltilistli tlen itoka chikilichi, tlen kichiwa ma kikisi wan ma witoni, ni mawiltilistli mochiwa ika itlahka tlen awatl tlen kitlaliah
tonalixko ma waki.
Kemah waki, mokoyonia ika se tlatektektli so ika teposmekatl. Teipa ika se kwawitl tlen bambu, Mokalakia itlahka awatl wan kitlaliliah achi cera wan kitekiwiyah se mekatl. Moteki- wia nohkia se pilwalpaltsin tlen kikoyoniah wan kikalakiah inin teposmekatl, momalakachowa ipan kwawitl, wan ika pilwalpal- tsin kichiwa ma mihtotia wan kwakwaltsin ma kikisi. Nechihlia tlawel yehyektsin inin mawiltilistli wan tiknekih tikawiltiseh
seyok semanoh.
Namah nimechtempowilis tlen nonana, ya itoka Alejandra, kiihtowa kenah nitlakatki kitokah noxik ipan se kwawitl, kehnopa nikiknelis nochipa notlal kanpa nitlakatki, nimoiskaltis wan nimochikawaltis keh nopa kwawitl, noyolo moneki elis keh tlalli tlen kiiskaltia, kimaka inelhwayo, temaka ikwatlahka wan kikwitlawia.

Bautista D. Coord.  y ed. (2021) Antología de relatos de Pueblos Originarios. Región Noreste. La pluma al vuelo. México: Secretaria de Cultura. Dirección General de Publicaciones. 


Comentarios

  1. Gracias por difundir y promover el Relato Los ojos del corazón de Jacinto

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  2. Gracias por esta historia está muy bonita

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